En el Día de los Derechos Humanos, debemos volver a la esencia, a la base de esos derechos que es el DERECHO A LA VIDA.
Porque si ese derecho a la existencia no se reconoce, ¿cómo pueden protegerse los demás derechos que parten de la existencia humana?
Hoy en día parece que ese derecho humano fundamental no es tenido en cuenta o es objeto de selección inversa, unos pueden vivir, a otros no se los deja vivir.
Y también el cese de la existencia humana es puesta en discusión admitiéndose el descarte del viejo, del enfermo, del que no tiene probabilidades de vida, a través de formas de eutanasia.
En el medio de estos dos paréntesis, que haya vida y que no se pueda suprimir, podemos sí considerar un notable y riquísimo repertorio de derecho humanos: a la salud, a la educación, a la seguridad, a la libertad y demás reconocidos por las constituciones occidentales; que evidentemente en muchos casos constituyen buenas declaraciones, pero escasamente sostenidas por hechos y acciones que las tornen realidad.
En definitiva, hoy debemos volver a lo básico, al derecho a la vida y seguidamente a que todos estos derechos humanos, secundarios, no sean bonitas frases que no se plasman en acciones concretas y prácticas en favor de los más desposeídos.